Actividades: 4
1a.- Lee la lectura que se encuentra en este post y coloca lo relevante en tu cuaderno.
2a .- Desarrolla un cuento de ciencia ficción con las posibilidades o potencialidades de este evento entre un animal y un alga. Que crees que podría ocurrir en un futuro mediato. Se considerará la originalidad. Lo puedes ilustrar si gustas. Extensión de media a tres cuartos de cuartilla.
3a.- Repasar los conceptos de la página http://www.maph49.galeon.com/foto/index.html
4a Trae tu ilustración tipo "meme" para avisarle a los compañeros del salón que no rayen el patrimonio de la Universidad. Se premiará a los tres mejores carteles. (tamaño carta o traelo en una USB para compartirlo.
Evolución en acción. El caso de las babosas
fotosintéticas
Andrés Romanowski
Tomado de: http://unq.publicadigital.com.ar/advf/documentos/4fe9cb61643b4.pdf#page=52 con fines de divulgación
INTRODUCCIÓN
Simbiosis es
un término generalmente aplicado a la cohabitación de dos organismos, mientras que
la endosimbiosis se refiere al hecho de que un organismo viva dentro de otro y pueda ser
tanto intra como extracelular.
La simbiosis
se refiere a asociaciones fisiológicas, temporales o topológicas con destinos
ambientales determinados. La simbiogénesis es, por otro lado, un tipo de
innovación evolutiva que
describe la aparición de un nuevo tejido, órgano, fisiología u otra característica
nueva derivada de la asociación simbiótica.
De hecho, las
células de todos los grandes organismos son producto de la simbiogénesis.
Al comienzo de
toda asociación simbiótica, el organismo de vida libre está contenido por una
membrana propia y contiene su propio ADN, ARN, etc. Por ejemplo, los organismos de
vida libre (bacterias púrpuras y cianobacterias) que pasaron a formar organelos
(mitocondrias y cloroplastos) deben entonces haber empezado su historia de esta
manera. Una adquisición de este tipo contrasta fuertemente con las asociaciones
cíclicas, que requieren que cada generación vuelva a adquirir simbiontes. En
tanto, en el caso de las
mitocondrias y los cloroplastos, las organelos pierden su habilidad de vivir
fuera de las células, las
cuales se vuelven igualmente dependientes de las funciones de aquellas.
Las dos
grandes clases de organelos eucariotas: cloroplastos (fotosíntesis) y
mitocondrias (respiración
aeróbica) comenzaron como eubacterias. Este hecho, ahora indiscutible, ha sido
verificado por secuencias de proteínas y ácidos nucleicos y los tipos de eubacterias
involucrados han sido identificados. En el caso de la mitocondria, el ancestro correspondía
al grupo á de proteobacterias y, en el caso de
los cloroplastos, se trató de algunos tipos
de cianobacterias, como Synechococcus. Casi todos los eucariotas poseen una o ambas
clases de organelos, que son vestigios de antiguas simbiosis permanentes.
En las
asociaciones cíclicas, cada miembro atraviesa distintas etapas: reconocimiento de la pareja
simbiótica, asociación física, fusión física y mantenimiento precario del estado
integrado. La naturaleza transitoria del estado integrado hace que este tipo de
asociaciones sean
extremadamente sensibles a las condiciones ambientales. Es por ello que los cambios en
el medio ambiente pueden provocar la disociación de la simbiosis. En tal caso, los miembros de la simbiosis continúan su ciclo de vida en forma libre. Sin
embargo, en etapas
posteriores, los individuos pueden volver a integrar una nueva asociación.
Existen muchos
ejemplos para este tipo de asociaciones, que fueron descriptas en su mayor parte en
estudios botánicos. Las otras asociaciones cíclicas bien conocidas son aquellas que
suceden entre animales marinos y su contraparte fotosintética (Tabla 1).
Existe un tipo
de asociación muy interesante, el cual entra dentro de los límites de la definición
de simbiosis cíclica. Este se da entre babosas marinas del género Elysia y los cloroplastos
de algas del género Vaucheria. En este caso, y de ahí lo llamativo, la asociación es entre un
organismo eucariota multicelular del reino animal y una organelo de un organismo
multicelular de otro reino.
EL GÉNERO ELYSIA
Muchas de las
simbiosis que ocurren entre animales y algas son asociaciones en las cuales el alga reside
fuera de las células del animal o dentro de una vacuola. Este no es el caso para
algunas babosas de mar del género Elysia, las cuales establecen una relación “simbiótica”
intracelular con cloroplastos que extraen de las células de las especies de algas que
ingieren y, sorprendentemente, pueden realizar fotosíntesis.
Las babosas
juveniles se alimentan particularmente de los filamentos de algas sifonáceas y cromofíticas
e incorporan fagocíticamente los cloroplastos intactos en el citoplasma de células
epiteliales especializadas que tapizan los túbulos del sistema digestivo.
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Durante este
proceso, el retículo endoplásmico del cloroplasto (una característica de los cloroplastos
cromofíticos) desaparece, dejando plástidos con su membrana externa en contacto
directo con el citoplasma animal. Estos plástidos continúan funcionales desde días hasta
meses, según la especie de babosa.
La asociación
más duradera se da en Elysia chlorotica, que obtiene sus cloroplastos del alga
cromofítica Vaucheria litorea, y puede llegar a durar hasta nueve meses. Si tomamos en
cuenta que estas babosas viven entre ocho y diez meses, ya sea en condiciones naturales o
artificiales, esto resulta sorprendente. Y no sólo son capaces de mantener los
cloroplastos, sino que también pueden realizar fotosíntesis. Además, se ha demostrado que
estas babosas son capaces de subsistir en condiciones de laboratorio sin comida si tan
sólo se les provee una fuente de luz y de CO2, e incluso aumentar su masa, del mismo modo
que lo hacen los vegetales y las algas.
Se ha descrito
que esta particular simbiosis no es heredable y debe ser reestablecida con cada
generación de babosas de mar. Es decir, los plástidos no se transmiten a los huevos.
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