Del libro conmemorativo: Servicio Meteorológico Nacional:
135 años de historia en México .
http://www.conagua.gob.mx/CONAGUA07/Publicaciones/Publicaciones/CGSMN-1-12.pdf
Tenemos una lectura introductoria.
Además: La violencia en el CCH
http://www.jornada.unam.mx/2013/02/26/ciencias/a03a1cie?partner=rss
El enlace a la carta- permiso:
https://www.dropbox.com/s/lf5oqn8khxzk9wp/Carta%20permiso%20SMN.docx
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Servicio Meteorológico Nacional: 135 años de historia en México
Prólogo
El tiempo se proyecta en la historia a través de los documentos y los registros, y es así como también entendemos
México, sus venturas y desventuras, de manera integral.
El Servicio Meteorológico Nacional (SMN) está totalmente inmerso en historia, una historia quizá poco conocida pero que de alguna forma se ha logrado transmitir de
generación en generación. Son las personas que trabajan
en el SMN quienes han hecho posible el que hoy podamos
reconstruir este pedazo de la historia nacional.
La atmósfera que se respira en el viejo edificio de Tacubaya, en la esquina de las calles ex-Arzobispado y Observatorio, en el Distrito Federal, trae a la mente una asociación:
la experiencia de estar entrando a un museo. Esto mismo
escucho de todos los que visitan el Observatorio Central; los
rostros se iluminan y pareciera como si esperaran a que las
paredes y los dinteles les hablaran. La pregunta obligada es
si tenemos “aparecidos”. No puede ser de otra forma. Solo
así se explica esa impresión de sentirse observados al subir
las escalinatas de su patio central, adornadas con un vitral
del escudo nacional en la versión del águila imperial que recuerda su pasado como instalación militar.
Pero la historia relevante del Servicio Meteorológico Nacional no está en sus piedras, sino en su gente y en su acervo.
México se inició en la observación del tiempo inmerso en
una ola de modernidad. En 1877, muchos países del mundo
avanzado de la época iniciaban sus servicios meteorológicos
con la idea de generar registros del clima. La observación
meteorológica se necesitaba tanto como la exploración del
territorio nacional; era parte de la exploración del territorio
nacional, de su descripción. México encontró en los primeros
miembros del Servicio gente con la preparación para hacer
los meticulosos registros que se necesitaban, en un inicio
desde la azotea de Palacio Nacional, desde el corazón mismo
de la república.
Al igual que a finales de 2010, en el año de la fundación
del Servicio aquejaba al país una sequía excepcional, de esas
que se ven cada 50 años, y es posible que a la postre dicha
sequía produjera el combustible de la Revolución de 1910.
Me parece pretencioso siquiera insinuar que la sequía pudo
ser la causa de un movimiento social como el que enmarca
la Revolución. Es materia de historiadores y sociólogos determinar hasta qué punto o en qué medida las variaciones
climáticas pudieron ser responsables de los movimientos
sociales y políticos en un país cuya población era mayoritariamente rural.
Lo que sin duda podemos afirmar es que a partir de los registros con los que cuenta el Servicio, hoy tenemos mejores
posibilidades de conocer la evolución del clima en México.
Además, contamos con los técnicos dedicados a la observación, medición y análisis de los cambios en la variación
climática por efecto del calentamiento global, que nos permiten proponer escenarios que den pauta a estrategias de
mitigación para nuestro país. Hoy entendemos una sequía
meteorológica, agrícola o hidrológica, y podemos generar
información para la toma de decisiones que, esperamos, nos
ayuden a superar la necesidad de desplazar familias por la
falta del vital líquido. Esta ventaja no la tuvo el porfiriato.
A 135 años de su creación, el SMN vive actualmente un
amplio proceso de modernización. ¿Para qué? La respuesta nos remonta a la evolución tecnológica. Sin duda, todo
cambió a partir de la puesta en órbita del primer satélite
artificial. La magnitud del impacto y las consecuencias que le
siguieron al pasar de imaginar un fenómeno de meso escala
a poder verlo en una imagen, significó un hito en la historia
de la humanidad y más en la historia de la meteorología.
Con el surgimiento del telégrafo, los teletipos y otras
plataformas tecnológicas, la capacidad de diseminar información sobre la observación del tiempo cambió para bien.
¿Podríamos imaginarnos un aviso de alerta por huracán sin
imágenes de satélite? Antes podíamos deducirlo de los datos
sobre cambios en la presión barométrica y el viento, y si teníamos suerte alguna embarcación transmitiría la ubicación.
Pero en la mayoría de los casos, un ciclón ciertamente llegaba como una maldición inesperada a las costas nacionales.
Hoy podemos dar cuenta prácticamente en tiempo real
de la ubicación e intensidad de un huracán, e inclusive, con
todo y lo aleatorio de su movimiento, de una trayectoria
probable. También, con muchos días de antelación, podemos
prevenir a las zonas con alta probabilidad de ser impactadas por el meteoro y coordinar en las mejores condiciones
posibles la salvaguarda de las vidas y los bienes. Con todo,
debemos reconocer que tenemos una historia, por cierto bien documentada por el Servicio, de muchos huracanes que
devastaron los litorales nacionales.
Al final, dejamos de ser una sociedad rural para convertirnos en una sociedad urbana. Acaso no fue la sequía la que
hizo migrar a nuestros abuelos a la gran ciudad en busca de
una mejora en la calidad de vida; sin embargo, la realidad
es que nuestros centros urbanos crecieron más rápido que
nuestra planeación y hoy requerimos de nuevas herramientas que nos permitan alertar no solo sobre sistemas de gran
magnitud, sino inclusive, de fenómenos hidrometeorológicos comparativamente más pequeños. Por ejemplo, sistemas
convectivos que encharcan, inundan y arrasan asentamientos en cauces de ríos y zonas inundables.
La meteorología, por lo tanto, ha evolucionado del registro de datos para estudios del clima, al desarrollo de sistemas
de alerta temprana por eventos severos. Nos hemos vuelto
mucho más vulnerables. Hoy se espera de cualquier servicio
meteorológico e hidrológico el poder alertar con gran precisión y en tiempos muy cortos.
La tecnología nos ofrece los instrumentos necesarios
para observar, analizar y diseminar la información en minutos. Hacer llegar esa información a los comunicadores, a los
que toman las decisiones y al público en general, se ha convertido en el nuevo reto que el Servicio Meteorológico Nacional de México asume con compromiso y responsabilidad.
El presente trabajo es también, además de un esfuerzo por
compartir y aprender, un pequeño homenaje a los hombres y
mujeres que sirvieron a la Patria desde la previsión meteorológica. Tendemos a hacer de la tecnología la causa y el fin de
nuestros proyectos, pero al menos en la observación del tiempo el mérito es de las personas. En muy pocas instituciones
del país tenemos hombres y mujeres dedicadas a su labor –en
este caso, la climatología y la meteorología– por amor a su
vocación. Sin embargo, laborar en el Servicio es para muchos
algo más que un trabajo; es, ante todo, una vocación.
Así pues, los procesos de modernización no se deben al
azar o a la tecnología; detrás de cada reto hay una persona
que ha aceptado, con generosidad y determinación, sacar
adelante su encomienda por el bien del país. Se necesita voluntad política y se necesita creatividad, conocimiento y, sobre todo, mucha paciencia para transformar las instituciones.
Por ello, me parece imprescindible señalar que este trabajo,
que resume 135 años de historia, representa un verdadero
homenaje a los hombres y mujeres que han dedicado su vida
a salvaguardar la vida de los demás.
Termino este breve mensaje haciendo un reconocimiento
a la visión política que hoy le da nueva vida al SMN. Al Secretario de Medio Ambiente y Recursos Naturales, Juan Rafael Elvira Quesada y al Director General de la Comisión Nacional
del Agua, José Luis Luege Tamargo, quienes en algún momento coincidieron en la urgente necesidad de gestionar los apoyos necesarios para que el Servicio Meteorológico Nacional se transforme en una institución moderna, a la altura de un país que, hoy por hoy, es una de las diez economías
más grandes del mundo.
Felipe Adrián Vázquez Gálvez
Coordinador General del SMN
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