¿Cual ha sido la formula de países que anteriormente estaban a la zaga del conocimiento ?
¿Que ha hecho que ahora sean lideres y potencias?
Las respuestas tiene que ver con la inversión de capital humano propio. Tener una visión de largo alcance que involucre a todos los integrantes de la sociedad; desde inversionistas hasta intelectuales y científicos.
¿Lo mas increíble? Que una de las persona mas influentes en este campo y que es asesor internacional es un mexicano.
Parte de sus proyectos, lo conocemos, es el complejo de inversiones en Santa Fe. Así es, aso que antes fue un basurero y minas de arena es ahora parte de un México que parece no ser igual al resto.
En este discurso de invertir en recursos, el actual rector de la UNAM no se ha cansado de decirle a la sociedad sobre los beneficios que tiene para el mismo país.
Aquí el articulo:
Se necesitan en México 5.000 cerebros
Jueves, 30 de junio de 2005 - 16h31min
Jueves, 30 de junio de 2005 - 16h31min
Juan Enríquez Cabot, de la Universidad de Harvard, sostiene que se requieren generar científicos 'ricos' creadores de empresas para sacar a México del atraso.
Vivimos en la sociedad del conocimiento, en un mundo donde ya no es suficiente tener recursos naturales -oro, petróleo, uranio, trigo o ganado- para obtener riquezas. Eso es lo que Juan Enríquez Cabot ha estudiado en los últimos años en Harvard. Juan Enríquez Cabot sabe que sólo la riqueza intelectual será un detonante del desarrollo económico y sabe también que actualmente en México, quienes hablan el lenguaje genético o el lenguaje intelectual no tienen muchos incentivos para quedarse.
Es la era en la que la economía es portátil y los países que encuentren a los mejores ciudadanos de otro país se los llevarán. Allí estará la diferencia entre ser rico y quedar pobre. Y entonces, la advertencia de Juan Enríquez Cabot es contundente: los países que no le pongan atención a sus recursos humanos, a su educación, a su gente que puede generar patentes, ideas, empresas... acabarán quebrando. Lo que importa hoy son las mentes, la educación, la ciencia. Importa que esas mentes puedan proteger y vender conocimientos al resto del mundo.
Lo necesario para salir de la crisis
Cinco mil "cerebros". Sólo cinco mil "cerebros" necesita México para desarrollar un modelo que le permita crear al menos 10 compañías nuevas de más de mil millones de dólares anuales de ganancias cada una.
Ésa es la solución que visualiza Juan Enríquez Cabot, director del proyecto de Ci .
De Chiapas a Harvard
Aunque su principal labor la ha hecho como investigador especializado en el impacto de la ciencia en los negocios de alta tecnología, de 1988 a 1993 Juan Enríquez Cabot fue creador del proyecto de Santa Fe, como director de Servimet del gobierno del DF.
Originario del Distrito Federal, de 43 años de edad, fue uno de los cuatro integrantes de la comisión del gobierno para la pacificación de Chiapas que consiguió el alto al fuego luego del alzamiento armado del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
Ha ocupado varios puestos en Harvard, como investigador del Centro para Asuntos Internacionales y del Instituto para la Investigación Genómica y del Centro David Rockefeller, y consejero internacional del presidente de la Sociedad de las Américas.
Actualmente es director de la empresa Cabot Microelectronic y del proyecto del centro interdisciplinario que analiza cómo la revolución de las ciencias de la vida está cambiando el mundo de los negocios.
Es articulista en diversas publicaciones, entre ellas Reforma, The New York Times, Los Ángeles Times, The Boston Globe y The Philadelphia Inquirer, donde escribe sobre política exterior, ciencia y tecnología.
Su artículo en la Revista de Negocios de la Universidad de Harvard 'Transformando la vida, transformando los negocios: la revolución de las ciencias de la vida' recibió el premio McKinsey.
Ese galardón reconoce los mejores artículos publicados cada año en dicha publicación, una de las más importantes a nivel mundial en el campo de los negocios.
En una entrevista con Fortune señaló que compañías con 32 mil empleados generan más de 10 veces el valor de las exportaciones de un país con una población de 170 millones de habitantes.
'Los individuos solitarios están dando a luz nuevas industrias que llegan a ser rápidamente más grandes que las economías de la mayoría de los países en la Tierra, pero crean muy pocos trabajos'.
Enríquez Cabot es considerado como uno de los expertos más importantes de EU en la forma en que la genética está transformando a las compañías, industrias y las naciones en campos como la agricultura, productos farmacéuticos, química y computación.
Su predicción es que la genómica transformará los límites tradicionales del negocio y que las diferencias entre las naciones ricas y pobres se multiplicarán.
Las Ciencias de la Vida de la Escuela de Negocios de la Universidad de Harvard, ése es el proceso de cambio que sacaría del atraso al país.
Para este mexicano de 43 años, uno de los expertos en ciencias de la vida más reconocidos en Estados Unidos, se tendrían que idear modelos muy prácticos para generar científicos "ricos" creadores de empresas.
"Con el conocimiento de sólo 5 mil mentes podríamos duplicar el Producto Interno Bruto (PIB) de México", afirma tajante.
mexicano -basado en su enorme biodiversidad-, podrían integrarse a otras que fabrican chips y otros productos de alto valor agregado.
"Los países que dominarán el mundo la próxima década serán los que entiendan el código de la vida o ADN y puedan reprogramar los genes de plantas, microorganismos y animales para producir artículos novedosos", augura.
"Este enorme flujo de información está abriendo un nuevo esquema internacional que dividirá aún más a las naciones entre aquellas que aprovechan este nuevo conocimiento y las que no".
En todo el mundo, más de 80 mil millones de dólares anuales son obtenidos por empresas biotecnológicas que utilizan la información del ADN y sus genes, ya sea del genoma humano o el de otros organismos, de acuerdo con el libro La biotecnología moderna, publicado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).
Sólo los grandes laboratorios y algunas empresas de Estados Unidos, Japón, y los países europeos, entre otros, utilizan la nueva información para producir riqueza. Nuevos medicamentos, vacunas, alimentos, textiles y muchos productos más serán generados por la que Enríquez considera la lengua más importante: la genética .
"Los que no la aprendan serán analfabetos funcionales; no podrán entender y menos competir en una economía que cambia rápidamente", sostiene.
Tan sólo en los países de la zona Asia-Pacífico --según un estudio de la revista Bioentrepreneur del grupo británico Nature-- se han creado más de mil empresas biotecnológicas de capital de riesgo en los últimos 15 años, 300 de ellas en Corea y 150 en China. Con esta industria, el gigante comunista obtiene ingresos por más de 4 mil 800 millones de dólares al año.
La información genética mundial es explotada principalmente por Estados Unidos, en un 50 por ciento, Japón, con 17 por ciento, y Reino Unido, en 10 por ciento, mientras que en el resto de Asia, África o América Latina ningún país aprovecha más del 1 por ciento de la información de las bases de datos más grandes del mundo, que además son gratuitos.
México se encuentra al margen, pues sólo 300 de sus investigadores aprovechan este bagaje (mientras que en cada país desarrollado lo hacen entre 6 y 10 mil científicos), lo cual incrementa el enorme reto que enfrenta ante los nuevos escenarios que ya han iniciado sin que "ni siquiera nos percatemos", alerta Enríquez, autor de varios libros de amplio éxito en Estados Unidos, entre ellos Cuando el futuro te alcance: cómo la genómica y otras fuerzas están cambiando tu vida, trabajo, salud y riqueza.
La cantidad de datos provenientes de la genética supera decenas de veces el acervo almacenado en papel de la biblioteca más grande del mundo. Tan sólo un buen laboratorio de biología molecular o de genética en Estados Unidos crea cada mes el equivalente a 8 veces la colección impresa de la Biblioteca del Congreso estadounidense.
Si se digitalizaran todos los libros impresos de esa biblioteca se tendría entre entre 12 y 20 "terabytes" de información (un terabyte es equivalente a 16 días continuos de información contenida en películas DVD u 8 mil veces más datos de los que un ser humano puede retener en toda su vida).
Bioanalfabetismo...
La clave del desarrollo socioeconómico actual es el conocimiento, afirma Enríquez, y en la medida en que México no lo produce no es sorprendente que sea cada vez más pobre.
El investigador de Harvard ve con preocupación que el país no haya incorporado el conocimiento en su proyecto de nación.
"En el México moderno no ha existido hasta ahora ningún modelo exitoso de desarrollo de ningún partido", exclama Enríquez. "No se ataca el problema de fondo, porque no se está generando riqueza y eso tiene que ver con ciencia, porque la mayor parte de la economía mundial es conocimiento".
Y es que, además de sus credenciales académicas, Juan Enríquez Cabot tiene una amplia experiencia en el mundo de la Realpolitik. De 1988 a 1993, fue director de Servimet, la entidad promotora del desarrollo urbano por parte del gobierno de la Ciudad de México. Esa empresa incrementó sus dividendos 4 mil por ciento en ese periodo y se convirtió en la fuente de ingresos más grande para el gobierno de la ciudad, después de la recaudación de impuestos. En 1993, su jefe, Manuel Camacho Solís, lo designó su coordinador de asesores, cuando fue nombrado secretario de Relaciones Exteriores. Y estuvo a su lado en 1994, cuando el ex regente fue nombrado Comisionado para las Negociaciones de Paz en Chiapas, con el EZLN. A mediados de ese año, regresó a Boston, donde realizó sus estudios de grado. Allá casi cumple una década.
En la entrevista, el científico mexicano resalta que uno de los problemas que impiden al país insertarse en la nueva economía mundial es que no existe la capacidad de producir, leer o traducir el ADN.
"Pocas naciones tienen las habilidades requeridas para desarrollarla, para adquirirla y utilizarla ".
La mayoría de los datos genéticos no son ni escasos ni costosos; casi cualquier persona con una conexión a internet puede tener acceso a ellos.
"Esto ha provocado que se desarrolle una nueva jerarquía del mundo, una donde se separan las naciones y regiones que cuentan con biotecnología de las que son bio-analfabetas ", escribió Enríquez en un artículo aparecido en la edición más reciente de Wired, la revista tecnológica de mayor impacto en Estados Unidos. "Éste es el mundo del espacio del ADN, poblado por quienes han elegido participar en la revolución de la nueva tecnología".
Actualmente, la gente está bajando 9 veces más datos de estas bibliotecas. Esto implica, enfatiza Enríquez, aprender un nuevo idioma que nos permite entender por qué una flor es roja y otra es amarilla, o por qué huelen de forma distinta. Es decir, comprender sus características determinadas por su información genética.
De esta manera, si se dominan estos datos se puede programar una planta de tal manera que produzca un material como el poliéster que se sienta como el algodón, y que puede tener muchas aplicaciones para comercializarse.
"Esta información va a determinar el futuro y se aplicará a campos como la agricultura, farmacéutica, biotecnología, energía, cosméticos, comida, cómputo, química... hasta en los seguros ", agrega.
Así, una parte de la economía mundial se va a determinar no sólo si se habla el idioma digital binario con ceros y unos, como ocurrió con las tecnologías de la computación e internet, sino que ahora estará determinado por la información genética, cuyo lenguaje básico está constituido por las bases A, C, T, y G de los genes.
Economía moderna...
El conocimiento es la gasolina básica de la economía moderna, y para muestra un botón: en 1975, el coreano promedio ganaba una quinta parte de lo que percibía un mexicano. Hoy, el coreano promedio es tres veces más rico que el mexicano.
La diferencia, dice Enríquez, es que ellos pusieron atención a la educación de los niños y a la ciencia. "Generaron una serie de empresas tecnológicas importantes al grado de que hoy,
la cuarta productora de patentes en Estados Unidos es la empresa coreana Samsung".
En cambio, entre los 15 principales productores de patentes en México, no hay una compañía que sea mexicana, todas son estadounidenses. "Ni siquiera somos competitivos en nuestro propio mercado".
La inversión en materia de ciencia es reflejo de ello, mientras México destina desde hace más de 20 años el 0.4 por ciento de su PIB a la ciencia, Corea, desde hace más de 20 años dedica más del 2 por ciento de su PIB a este rubro.
Así, el valor agregado entre lo que México importa y exporta es de sólo 2.9 por ciento, es decir, el trabajo de un mexicano genera sólo el 2.9 por ciento del valor de un producto, mientras que en Corea y Taiwán es de cerca del 50 por ciento.
"No nos hemos dado cuenta, en términos educativos, del tamaño de cambio que viene y de la velocidad con que llega porque no hacemos ciencia y no es relevante para nosotros", enfatiza Enríquez. "Si eres analfabeta no puedes generar riqueza y eso no implica que no puedas hablar o escribir español, significa que no sabes un lenguaje digital o genético".
Cuando la economía se basaba en la agricultura y en los recursos naturales, la diferencia de producción de un país rico con uno pobre era de 5 a 1. La regla del juego era hacerse más grande para crecer; era muy buena idea tener 12 hijos, ampliar la granja, tomar la del vecino y conquistar otro país.
"Con la revolución industrial, los ingleses cambian esto y establecen la libre competencia entre textiles, y con sus máquinas y motores conquistaron Europa, China y la India", acota.
Para Enríquez, ahora hay otro cambio: se produce todo lo que se desee, lo cual implica tener todos los conocimientos, los seguros, consultorías, la distribución y el intercambio financiero, con base en la información. Las diferencias se van a multiplicar en decenas o incluso centenas de veces.
A su juicio, el que México continúe inmerso en el debate del petróleo es un asunto muy grave, pues se trata de un debate sobre una materia prima, de recursos naturales y no de gente.
"Cuando te centras en el petróleo te vuelves cada día más pobre, y un ejemplo de ello es Arabia Saudita: no hay lugar en el mundo que tenga más petróleo como ellos, que en 1980 tenían un ingreso per cápita de 18 mil dólares por persona, y hoy es de 10 mil", dice Enríquez.
Históricamente, los árabes han sido grandes matemáticos y en el año 1000 las grandes universidades del mundo eran las de Bagdad y la de Damasco, pero ahora, en vez de invertir dinero en la educación científica, destinan el 60 por ciento de sus doctorados a la religión islámica.
"Veo muy difícil generar una compañía y empleos si se estudia religión en vez de supercómputo, nuevas tecnologías, química, matemáticas y una infinidad de materias. Se necesita educación, pero nosotros no vamos para allá".
El investigador, creador del megaproyecto de Santa Fe en la Ciudad de México, señaló que el país no vende conocimiento, y ése debe ser el debate importante en la sociedad. "La gente puede dar nombres de actrices, deportistas, empresas y políticos, pero no de científicos", lamenta.
"La mayoría de los mexicanos no sabe que Norman Bourlag hizo desde México la Revolución Verde y logró que países como China y la India, que antes se morían de hambre, se convirtieran en grandes productores de granos", recuerda Enríquez. "Y pese a que este ejemplo mundial se generó en México, ahora somos importadores de granos".
Para él es "desesperante" el desconocimiento de la ciencia, la economía y la cultura. Atribuye a ello la falta de crecimiento y la ausencia de creación de empresas y su cotización en la Bolsa de Valores.
Actualmente, para las empresas más competitivas a nivel mundial los activos más valiosos y productivos son las personas. "Ellas cuidan a los genios que les generan productos de alto valor como un transistor, una vacuna, una medicina, mientras que en México no tenemos manera de aprovechar esos recursos a pesar de que hay mucha gente inteligente".
Enríquez afirma que la concepción que tiene el país de dónde invertir está completamente equivocada, y hace hincapié en la necesidad de impulsar a los 10 mil científicos para que de ellos se generen compañías de nuevas tecnologías, en lugar de perder el tiempo en discutir sobre la privatización de Pemex.
"Hay que analizar por qué ninguno ha creado empresas de base tecnológica".
Sin embargo, este debate se encuentra lejos de las preocupaciones del gobierno. Desde hace 20 años, los recursos destinados a la ciencia ni siquiera alcanzan el 1 por ciento del PIB como recomiendan la UNESCO y la OCDE, y durante el 2003, el presupuesto federal para estas actividades se redujo en un 18 por ciento respecto al 2002.
"Hay menos empresas exitosas porque tienen menos ciencia y menos conocimientos, y como consecuencia, cada día el país es más pobre, aunque no es un problema exclusivo de México sino de toda América Latina", menciona.
Otro signo "alarmante" es que, mientras los maestros mexicanos marchan al Zócalo o a Los Pinos, los profesores de otras partes del mundo están produciendo miles de patentes, están creando cientos de compañías y esas compañías generan miles de empleos.
Cada año las principales universidades estadounidenses generaron miles de millones de dólares en ingresos, también conocidos como "donativos", gran parte de los cuales se obtienen a través de proyectos de investigación de sus científicos vinculados con la industria y con el gobierno, o a través de sus propias empresas de capital de riesgo.
Así, de acuerdo con un estudio del Instituto Tecnológico de Massachusetts, la Universidad de Harvard generó 17 mil 951 millones de dólares en el 2001; la de Yale, 10 mil 700 millones; la de Texas System, 9 mil 364 millones; Princeton, 8 mil 359 millones; Stanford, 8 mil 250, y el MIT 6 mil 135 millones, sólo por mencionar algunas.
Ejemplos internacionales...
Cuando Gran Bretaña decide regresar Hong Kong a China, relata Enríquez, hubo pánico generalizado en la ex Colonia que fue aprovechado por Canadá. Tomó la decisión de "cazar" talentos, y su cónsul brindó pasaportes a inversionistas, empresarios, científicos y estudiantes brillantes. De esta manera una de las ciudades más atrasadas de Canadá como Vancouver se convirtió en la ciudad más rica porque importaron entre 3 y 4 mil cerebros del Tigre Asiático.
En América Latina hay algunos ejemplos. Los brasileños se propusieron ser los mejores del mundo pero en futbol y lo lograron; buscaron en todas las favelas del país a los muchachos de primero, segundo o tercer año con talento y se los llevaron a los grandes equipos y a la selección.
Los coreanos y taiwaneses hicieron lo mismo, revela Enríquez, sólo que ellos buscaron a niños inteligentes y los educaron.
Ahora los padres saben, con pruebas estandarizadas, escuela por escuela, si se están mejorando los niveles educativos en ciencias, literatura y matemáticas.
De esta manera, se selecciona fácilmente a los mejores muchachos sin importar la escuela, las influencias de sus padres, o si son de familias ricas, lo que importa es su talento.
"Nosotros ni siquiera sabemos cómo comparar una escuela con otra. No se sabe si las escuelas públicas son mejores o peores que hace 10 años", señala Enríquez. "Éste es un problema de fondo porque hoy lo que genera riqueza en la economía mundial es la gente, misma que no se aprovecha ".
Rezago industrial ...
En la industria mexicana tampoco existe un modelo de desarrollo exitoso; muchas empresas del país estuvieron muy vinculadas al sistema político mexicano donde se forjaron a partir de la privatización de las empresas paraestatales.
"De esta manera, no tienen ningún modelo que incorpore el conocimiento", afirma Enríquez.
Entre los países integrantes de la OCDE, la iniciativa privada mexicana se encuentra en el penúltimo lugar en cuanto a su inversión en ciencia y tecnología.
Mientras los mejores augurios del Conacyt señalan que los industriales invierten el 20 por ciento del total de recursos a este rubro en el país, en Corea, Japón, Alemania y Estados Unidos, invierten más del 60 por ciento.
Ante este panorama, Enríquez comenta que las diferencias marcadas entre los países durante la industrialización se multiplicarán con el surgimiento de esta nueva etapa del flujo de la información genómica digitalizada, y ante la cual tampoco el sector empresarial tiene respuestas.
"Aunque al parecer algunos empresarios sí aprovecharon la información genética, pero sólo para 'escoger' bien a sus padres", concluye.
Vivimos en la sociedad del conocimiento, en un mundo donde ya no es suficiente tener recursos naturales -oro, petróleo, uranio, trigo o ganado- para obtener riquezas. Eso es lo que Juan Enríquez Cabot ha estudiado en los últimos años en Harvard. Juan Enríquez Cabot sabe que sólo la riqueza intelectual será un detonante del desarrollo económico y sabe también que actualmente en México, quienes hablan el lenguaje genético o el lenguaje intelectual no tienen muchos incentivos para quedarse.
Es la era en la que la economía es portátil y los países que encuentren a los mejores ciudadanos de otro país se los llevarán. Allí estará la diferencia entre ser rico y quedar pobre. Y entonces, la advertencia de Juan Enríquez Cabot es contundente: los países que no le pongan atención a sus recursos humanos, a su educación, a su gente que puede generar patentes, ideas, empresas... acabarán quebrando. Lo que importa hoy son las mentes, la educación, la ciencia. Importa que esas mentes puedan proteger y vender conocimientos al resto del mundo.
Lo necesario para salir de la crisis
Cinco mil "cerebros". Sólo cinco mil "cerebros" necesita México para desarrollar un modelo que le permita crear al menos 10 compañías nuevas de más de mil millones de dólares anuales de ganancias cada una.
Ésa es la solución que visualiza Juan Enríquez Cabot, director del proyecto de Ci .
De Chiapas a Harvard
Aunque su principal labor la ha hecho como investigador especializado en el impacto de la ciencia en los negocios de alta tecnología, de 1988 a 1993 Juan Enríquez Cabot fue creador del proyecto de Santa Fe, como director de Servimet del gobierno del DF.
Originario del Distrito Federal, de 43 años de edad, fue uno de los cuatro integrantes de la comisión del gobierno para la pacificación de Chiapas que consiguió el alto al fuego luego del alzamiento armado del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
Ha ocupado varios puestos en Harvard, como investigador del Centro para Asuntos Internacionales y del Instituto para la Investigación Genómica y del Centro David Rockefeller, y consejero internacional del presidente de la Sociedad de las Américas.
Actualmente es director de la empresa Cabot Microelectronic y del proyecto del centro interdisciplinario que analiza cómo la revolución de las ciencias de la vida está cambiando el mundo de los negocios.
Es articulista en diversas publicaciones, entre ellas Reforma, The New York Times, Los Ángeles Times, The Boston Globe y The Philadelphia Inquirer, donde escribe sobre política exterior, ciencia y tecnología.
Su artículo en la Revista de Negocios de la Universidad de Harvard 'Transformando la vida, transformando los negocios: la revolución de las ciencias de la vida' recibió el premio McKinsey.
Ese galardón reconoce los mejores artículos publicados cada año en dicha publicación, una de las más importantes a nivel mundial en el campo de los negocios.
En una entrevista con Fortune señaló que compañías con 32 mil empleados generan más de 10 veces el valor de las exportaciones de un país con una población de 170 millones de habitantes.
'Los individuos solitarios están dando a luz nuevas industrias que llegan a ser rápidamente más grandes que las economías de la mayoría de los países en la Tierra, pero crean muy pocos trabajos'.
Enríquez Cabot es considerado como uno de los expertos más importantes de EU en la forma en que la genética está transformando a las compañías, industrias y las naciones en campos como la agricultura, productos farmacéuticos, química y computación.
Su predicción es que la genómica transformará los límites tradicionales del negocio y que las diferencias entre las naciones ricas y pobres se multiplicarán.
Las Ciencias de la Vida de la Escuela de Negocios de la Universidad de Harvard, ése es el proceso de cambio que sacaría del atraso al país.
Para este mexicano de 43 años, uno de los expertos en ciencias de la vida más reconocidos en Estados Unidos, se tendrían que idear modelos muy prácticos para generar científicos "ricos" creadores de empresas.
"Con el conocimiento de sólo 5 mil mentes podríamos duplicar el Producto Interno Bruto (PIB) de México", afirma tajante.
mexicano -basado en su enorme biodiversidad-, podrían integrarse a otras que fabrican chips y otros productos de alto valor agregado.
"Los países que dominarán el mundo la próxima década serán los que entiendan el código de la vida o ADN y puedan reprogramar los genes de plantas, microorganismos y animales para producir artículos novedosos", augura.
"Este enorme flujo de información está abriendo un nuevo esquema internacional que dividirá aún más a las naciones entre aquellas que aprovechan este nuevo conocimiento y las que no".
En todo el mundo, más de 80 mil millones de dólares anuales son obtenidos por empresas biotecnológicas que utilizan la información del ADN y sus genes, ya sea del genoma humano o el de otros organismos, de acuerdo con el libro La biotecnología moderna, publicado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).
Sólo los grandes laboratorios y algunas empresas de Estados Unidos, Japón, y los países europeos, entre otros, utilizan la nueva información para producir riqueza. Nuevos medicamentos, vacunas, alimentos, textiles y muchos productos más serán generados por la que Enríquez considera la lengua más importante: la genética .
"Los que no la aprendan serán analfabetos funcionales; no podrán entender y menos competir en una economía que cambia rápidamente", sostiene.
Tan sólo en los países de la zona Asia-Pacífico --según un estudio de la revista Bioentrepreneur del grupo británico Nature-- se han creado más de mil empresas biotecnológicas de capital de riesgo en los últimos 15 años, 300 de ellas en Corea y 150 en China. Con esta industria, el gigante comunista obtiene ingresos por más de 4 mil 800 millones de dólares al año.
La información genética mundial es explotada principalmente por Estados Unidos, en un 50 por ciento, Japón, con 17 por ciento, y Reino Unido, en 10 por ciento, mientras que en el resto de Asia, África o América Latina ningún país aprovecha más del 1 por ciento de la información de las bases de datos más grandes del mundo, que además son gratuitos.
México se encuentra al margen, pues sólo 300 de sus investigadores aprovechan este bagaje (mientras que en cada país desarrollado lo hacen entre 6 y 10 mil científicos), lo cual incrementa el enorme reto que enfrenta ante los nuevos escenarios que ya han iniciado sin que "ni siquiera nos percatemos", alerta Enríquez, autor de varios libros de amplio éxito en Estados Unidos, entre ellos Cuando el futuro te alcance: cómo la genómica y otras fuerzas están cambiando tu vida, trabajo, salud y riqueza.
La cantidad de datos provenientes de la genética supera decenas de veces el acervo almacenado en papel de la biblioteca más grande del mundo. Tan sólo un buen laboratorio de biología molecular o de genética en Estados Unidos crea cada mes el equivalente a 8 veces la colección impresa de la Biblioteca del Congreso estadounidense.
Si se digitalizaran todos los libros impresos de esa biblioteca se tendría entre entre 12 y 20 "terabytes" de información (un terabyte es equivalente a 16 días continuos de información contenida en películas DVD u 8 mil veces más datos de los que un ser humano puede retener en toda su vida).
Bioanalfabetismo...
La clave del desarrollo socioeconómico actual es el conocimiento, afirma Enríquez, y en la medida en que México no lo produce no es sorprendente que sea cada vez más pobre.
El investigador de Harvard ve con preocupación que el país no haya incorporado el conocimiento en su proyecto de nación.
"En el México moderno no ha existido hasta ahora ningún modelo exitoso de desarrollo de ningún partido", exclama Enríquez. "No se ataca el problema de fondo, porque no se está generando riqueza y eso tiene que ver con ciencia, porque la mayor parte de la economía mundial es conocimiento".
Y es que, además de sus credenciales académicas, Juan Enríquez Cabot tiene una amplia experiencia en el mundo de la Realpolitik. De 1988 a 1993, fue director de Servimet, la entidad promotora del desarrollo urbano por parte del gobierno de la Ciudad de México. Esa empresa incrementó sus dividendos 4 mil por ciento en ese periodo y se convirtió en la fuente de ingresos más grande para el gobierno de la ciudad, después de la recaudación de impuestos. En 1993, su jefe, Manuel Camacho Solís, lo designó su coordinador de asesores, cuando fue nombrado secretario de Relaciones Exteriores. Y estuvo a su lado en 1994, cuando el ex regente fue nombrado Comisionado para las Negociaciones de Paz en Chiapas, con el EZLN. A mediados de ese año, regresó a Boston, donde realizó sus estudios de grado. Allá casi cumple una década.
En la entrevista, el científico mexicano resalta que uno de los problemas que impiden al país insertarse en la nueva economía mundial es que no existe la capacidad de producir, leer o traducir el ADN.
"Pocas naciones tienen las habilidades requeridas para desarrollarla, para adquirirla y utilizarla ".
La mayoría de los datos genéticos no son ni escasos ni costosos; casi cualquier persona con una conexión a internet puede tener acceso a ellos.
"Esto ha provocado que se desarrolle una nueva jerarquía del mundo, una donde se separan las naciones y regiones que cuentan con biotecnología de las que son bio-analfabetas ", escribió Enríquez en un artículo aparecido en la edición más reciente de Wired, la revista tecnológica de mayor impacto en Estados Unidos. "Éste es el mundo del espacio del ADN, poblado por quienes han elegido participar en la revolución de la nueva tecnología".
Actualmente, la gente está bajando 9 veces más datos de estas bibliotecas. Esto implica, enfatiza Enríquez, aprender un nuevo idioma que nos permite entender por qué una flor es roja y otra es amarilla, o por qué huelen de forma distinta. Es decir, comprender sus características determinadas por su información genética.
De esta manera, si se dominan estos datos se puede programar una planta de tal manera que produzca un material como el poliéster que se sienta como el algodón, y que puede tener muchas aplicaciones para comercializarse.
"Esta información va a determinar el futuro y se aplicará a campos como la agricultura, farmacéutica, biotecnología, energía, cosméticos, comida, cómputo, química... hasta en los seguros ", agrega.
Así, una parte de la economía mundial se va a determinar no sólo si se habla el idioma digital binario con ceros y unos, como ocurrió con las tecnologías de la computación e internet, sino que ahora estará determinado por la información genética, cuyo lenguaje básico está constituido por las bases A, C, T, y G de los genes.
Economía moderna...
El conocimiento es la gasolina básica de la economía moderna, y para muestra un botón: en 1975, el coreano promedio ganaba una quinta parte de lo que percibía un mexicano. Hoy, el coreano promedio es tres veces más rico que el mexicano.
La diferencia, dice Enríquez, es que ellos pusieron atención a la educación de los niños y a la ciencia. "Generaron una serie de empresas tecnológicas importantes al grado de que hoy,
la cuarta productora de patentes en Estados Unidos es la empresa coreana Samsung".
En cambio, entre los 15 principales productores de patentes en México, no hay una compañía que sea mexicana, todas son estadounidenses. "Ni siquiera somos competitivos en nuestro propio mercado".
La inversión en materia de ciencia es reflejo de ello, mientras México destina desde hace más de 20 años el 0.4 por ciento de su PIB a la ciencia, Corea, desde hace más de 20 años dedica más del 2 por ciento de su PIB a este rubro.
Así, el valor agregado entre lo que México importa y exporta es de sólo 2.9 por ciento, es decir, el trabajo de un mexicano genera sólo el 2.9 por ciento del valor de un producto, mientras que en Corea y Taiwán es de cerca del 50 por ciento.
"No nos hemos dado cuenta, en términos educativos, del tamaño de cambio que viene y de la velocidad con que llega porque no hacemos ciencia y no es relevante para nosotros", enfatiza Enríquez. "Si eres analfabeta no puedes generar riqueza y eso no implica que no puedas hablar o escribir español, significa que no sabes un lenguaje digital o genético".
Cuando la economía se basaba en la agricultura y en los recursos naturales, la diferencia de producción de un país rico con uno pobre era de 5 a 1. La regla del juego era hacerse más grande para crecer; era muy buena idea tener 12 hijos, ampliar la granja, tomar la del vecino y conquistar otro país.
"Con la revolución industrial, los ingleses cambian esto y establecen la libre competencia entre textiles, y con sus máquinas y motores conquistaron Europa, China y la India", acota.
Para Enríquez, ahora hay otro cambio: se produce todo lo que se desee, lo cual implica tener todos los conocimientos, los seguros, consultorías, la distribución y el intercambio financiero, con base en la información. Las diferencias se van a multiplicar en decenas o incluso centenas de veces.
A su juicio, el que México continúe inmerso en el debate del petróleo es un asunto muy grave, pues se trata de un debate sobre una materia prima, de recursos naturales y no de gente.
"Cuando te centras en el petróleo te vuelves cada día más pobre, y un ejemplo de ello es Arabia Saudita: no hay lugar en el mundo que tenga más petróleo como ellos, que en 1980 tenían un ingreso per cápita de 18 mil dólares por persona, y hoy es de 10 mil", dice Enríquez.
Históricamente, los árabes han sido grandes matemáticos y en el año 1000 las grandes universidades del mundo eran las de Bagdad y la de Damasco, pero ahora, en vez de invertir dinero en la educación científica, destinan el 60 por ciento de sus doctorados a la religión islámica.
"Veo muy difícil generar una compañía y empleos si se estudia religión en vez de supercómputo, nuevas tecnologías, química, matemáticas y una infinidad de materias. Se necesita educación, pero nosotros no vamos para allá".
El investigador, creador del megaproyecto de Santa Fe en la Ciudad de México, señaló que el país no vende conocimiento, y ése debe ser el debate importante en la sociedad. "La gente puede dar nombres de actrices, deportistas, empresas y políticos, pero no de científicos", lamenta.
"La mayoría de los mexicanos no sabe que Norman Bourlag hizo desde México la Revolución Verde y logró que países como China y la India, que antes se morían de hambre, se convirtieran en grandes productores de granos", recuerda Enríquez. "Y pese a que este ejemplo mundial se generó en México, ahora somos importadores de granos".
Para él es "desesperante" el desconocimiento de la ciencia, la economía y la cultura. Atribuye a ello la falta de crecimiento y la ausencia de creación de empresas y su cotización en la Bolsa de Valores.
Actualmente, para las empresas más competitivas a nivel mundial los activos más valiosos y productivos son las personas. "Ellas cuidan a los genios que les generan productos de alto valor como un transistor, una vacuna, una medicina, mientras que en México no tenemos manera de aprovechar esos recursos a pesar de que hay mucha gente inteligente".
Enríquez afirma que la concepción que tiene el país de dónde invertir está completamente equivocada, y hace hincapié en la necesidad de impulsar a los 10 mil científicos para que de ellos se generen compañías de nuevas tecnologías, en lugar de perder el tiempo en discutir sobre la privatización de Pemex.
"Hay que analizar por qué ninguno ha creado empresas de base tecnológica".
Sin embargo, este debate se encuentra lejos de las preocupaciones del gobierno. Desde hace 20 años, los recursos destinados a la ciencia ni siquiera alcanzan el 1 por ciento del PIB como recomiendan la UNESCO y la OCDE, y durante el 2003, el presupuesto federal para estas actividades se redujo en un 18 por ciento respecto al 2002.
"Hay menos empresas exitosas porque tienen menos ciencia y menos conocimientos, y como consecuencia, cada día el país es más pobre, aunque no es un problema exclusivo de México sino de toda América Latina", menciona.
Otro signo "alarmante" es que, mientras los maestros mexicanos marchan al Zócalo o a Los Pinos, los profesores de otras partes del mundo están produciendo miles de patentes, están creando cientos de compañías y esas compañías generan miles de empleos.
Cada año las principales universidades estadounidenses generaron miles de millones de dólares en ingresos, también conocidos como "donativos", gran parte de los cuales se obtienen a través de proyectos de investigación de sus científicos vinculados con la industria y con el gobierno, o a través de sus propias empresas de capital de riesgo.
Así, de acuerdo con un estudio del Instituto Tecnológico de Massachusetts, la Universidad de Harvard generó 17 mil 951 millones de dólares en el 2001; la de Yale, 10 mil 700 millones; la de Texas System, 9 mil 364 millones; Princeton, 8 mil 359 millones; Stanford, 8 mil 250, y el MIT 6 mil 135 millones, sólo por mencionar algunas.
Ejemplos internacionales...
Cuando Gran Bretaña decide regresar Hong Kong a China, relata Enríquez, hubo pánico generalizado en la ex Colonia que fue aprovechado por Canadá. Tomó la decisión de "cazar" talentos, y su cónsul brindó pasaportes a inversionistas, empresarios, científicos y estudiantes brillantes. De esta manera una de las ciudades más atrasadas de Canadá como Vancouver se convirtió en la ciudad más rica porque importaron entre 3 y 4 mil cerebros del Tigre Asiático.
En América Latina hay algunos ejemplos. Los brasileños se propusieron ser los mejores del mundo pero en futbol y lo lograron; buscaron en todas las favelas del país a los muchachos de primero, segundo o tercer año con talento y se los llevaron a los grandes equipos y a la selección.
Los coreanos y taiwaneses hicieron lo mismo, revela Enríquez, sólo que ellos buscaron a niños inteligentes y los educaron.
Ahora los padres saben, con pruebas estandarizadas, escuela por escuela, si se están mejorando los niveles educativos en ciencias, literatura y matemáticas.
De esta manera, se selecciona fácilmente a los mejores muchachos sin importar la escuela, las influencias de sus padres, o si son de familias ricas, lo que importa es su talento.
"Nosotros ni siquiera sabemos cómo comparar una escuela con otra. No se sabe si las escuelas públicas son mejores o peores que hace 10 años", señala Enríquez. "Éste es un problema de fondo porque hoy lo que genera riqueza en la economía mundial es la gente, misma que no se aprovecha ".
Rezago industrial ...
En la industria mexicana tampoco existe un modelo de desarrollo exitoso; muchas empresas del país estuvieron muy vinculadas al sistema político mexicano donde se forjaron a partir de la privatización de las empresas paraestatales.
"De esta manera, no tienen ningún modelo que incorpore el conocimiento", afirma Enríquez.
Entre los países integrantes de la OCDE, la iniciativa privada mexicana se encuentra en el penúltimo lugar en cuanto a su inversión en ciencia y tecnología.
Mientras los mejores augurios del Conacyt señalan que los industriales invierten el 20 por ciento del total de recursos a este rubro en el país, en Corea, Japón, Alemania y Estados Unidos, invierten más del 60 por ciento.
Ante este panorama, Enríquez comenta que las diferencias marcadas entre los países durante la industrialización se multiplicarán con el surgimiento de esta nueva etapa del flujo de la información genómica digitalizada, y ante la cual tampoco el sector empresarial tiene respuestas.
"Aunque al parecer algunos empresarios sí aprovecharon la información genética, pero sólo para 'escoger' bien a sus padres", concluye.
Fuente: “Enfoque” – Periódico “Reforma
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